?Paren el mundo que yo me quiero bajar? - Artículo del Dr. en Filosofía y Docente, Fernando Fava
13/04/2020
Compartimos un artículo escrito por Fernando Fava, Doctor en Filosofía, Docente Investigador de la Facultad de Ciencias Humanas - UCAMI.
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Un nuevo huésped habita el mundo. Como un forastero en busca de posada en una pequeña aldea, su aparición ha propagado las más polifacéticas observaciones y agitado las más variadas pasiones.

Buscando soluciones, exorcizando culpas, o señalando horizontes, un mar de opiniones, se propaga desafiando la velocidad del virus. ¿Cómo dar cuenta de tamaña novedad? ¿Cómo nombrar con palabras viejas, acontecimientos nuevos? ¿Quién nos ha borrado a hurtadillas el horizonte?

Una sensación de sospecha e incredulidad recorre el sentido común, y las nuevas tecnologías parecen servirnos para mantener los parámetros de la normalidad. Realizamos nuestro mejor esfuerzo, acatamos el encierro, y tratamos de sostener lo mejor que podemos el cultivo de la salud, la educación, la cultura, la producción y, por qué no, de la amistad. Y poco a poco, las preguntas, nos visitan y se instalan. ¿Se puede detener lo que no iniciamos? ¿Por qué sigo acelerado estando quieto? ¿Cómo seguimos construyendo lo común desde la atomicidad de nuestros hogares? ¿Cuál es el límite de un estado de excepción?

Es habitual en los estudios humanísticos, ubicar en la Grecia clásica los parámetros elementales de la cultura occidental, la matriz de un modo de vida que en la modernidad se subirá al tren de la historia y al ritmo imparable del progreso surcará nuestros destinos de manera hegemónica.

Se mencionan como posibilidad de su emergencia la aparición de tres elementos: la Democracia, la Filosofía y la Paideia (cultura-educación). El “milagro griego” se comprende entonces a partir del surgimiento de la Democracia como modo de organizar el poder; de la Filosofía como saber o condición de vida; y de la Paideia como ideal-cultural-educativo.

Diferentes teóricos nos enseñan que un elemento no puede pervivir sin los otros. Es decir, para que haya Filosofía debe haber Democracia y Paideia; que la Democracia se consolida desde la racionalidad dialógica presentada por la educación/cultura y saberes como la filosofía; y que solo hay una educación plena cuando el ejercicio democrático está garantizado. En esta matriz, ningún elemento se desarrolla plenamente sin el auxilio de los otros; ninguno puede darse de manera aislada. De este modo, ¿cómo educar en tiempos de pandemia, en tiempos de excepción?

En un estado de emergencia como el que estamos transitando, lo común deja de construirse a partir del diálogo deliberativo. La necesaria verticalidad de la obediencia suspende el espacio de la pregunta, deshabilita la crítica. La institucionalización del poder se desgrana, produce ismos y tiende a concentrarse en aquellos personajes que animosamente portan las diferentes máscaras de la autoridad.

¿Puede la razón tecnológica reconstruir la dinámica de lo público, de aquello que nos hace humanos?

La locomotora de la historia no llegó a su fin, abruptamente frenó y los cuerpos siguen la inercia de su impulso. Algunos reclaman por el servicio prestado, y otros quieren bajar.

¿Queremos ir a donde nos llevan? ¿Seguimos? ¿Hacia dónde nos llevan? ¿Y si nos bajamos?! Tan simple e ingenuo como eso: parar, bajar e imaginar juntos otro mundo posible. Quizás allí esté la actitud de los héroes que tan afanosamente buscan los medios, la actitud de aquellos que sin saber que era imposible, fueron y lo hicieron.